lunes, 30 de noviembre de 2009

La experiencia estética

La experiencia estética sería una sensación que despierta en nosotros la levedad de nuestras preocupaciones cotidianas. Si se puede fomentar en los niños que están creciendo a nuestro lado es posible que aprendan a deterner el tiempo cuando observan aquello que los atrae.
Ahora, se nos hace necesario aprender a detener el tiempo, para observar la luz que se cuela por las persianas, para percibir el aroma del cabello de nuestro amigo, para sentir la suavidad de los granitos de arena en la playa, o para quedarse lelo viendo el movimiento de las hojas de los árboles cuando el viento sopla intensamente. Al escuchar el sonido de la voz de quien esta cercano pero que no podemos ver; cualquiera que sea el motivo de nuestra emoción, nos entretiene por minutos, nuestros sensores corporales pueden integrarse y trabajar en una atención activa. Contemplamos. Cualquiera que nos ve, en este estado, tal vez no sepa lo que nos sucede.

Lo que percibimos, puede despertar en nosotros sentimientos, sucitar emocones, sin embargo, no nos llevaría muy lejos esta actividad, la de darle a cada fenómeno una emoción,porque nos perderiamos entonces en una locura de sensaciones que desgastan. A lo largo del tiempo, las emociones definiran nuestro carácter. Detenernos a observar como reaccionamos ante un fenomeno, nos permite analizar nuestras actitudes y cambiar la respuesta ante el mismo estímulo sensorial. Pensar.

Algunas veces, cuando nuestra sensibilidad se ha sofisticado, o nos encontramos altamente receptivos a los estímulos del entorno, nos parece que oímos melodías que acompañan todo aquello que vemos. La imagen que nos atrae, silencia todo a nuestro alrededor, sólo el verla nos crea la necesidad de describirla con palabras, surgen entonces las relaciones entre nuestros sentidos. Sucede que percibimos olores que esta imagen nos evoca, sentimos en la piel agradables palpitos, y algunas veces nuestra boca precisa ajustar sus labios, para no equivocarse y generar ideas que sólo los poetas no creen disparatadas.